Actualmente se están viviendo un acelerado avance tecnológico sin precedentes. Este año, Bill Gates ha anunciado el comienzo de la era de la IA, muchos lo consideran la cuarta revolución industrial.
Cada día, la IA reinventa la forma en la que abordamos cuestiones en numerosos sectores, como la medicina, el desarrollo urbano y el medioambiente. En el ámbito medioambiental, la IA ha sido un factor para mejorar los modelos climáticos, racionalizar las redes eléctricas, ser pionera en edificios inteligentes, fomentar la agricultura de precisión y emplear imágenes por satélite para vigilar nuestros océanos y bosques. Su inigualable capacidad para desenterrar patrones en amplios conjuntos de datos es fundamental para la proeza de la IA.
Al combinar esto con un hardware avanzado y la agilidad de la computación en la nube, estamos capacitados para procesar datos a velocidades y magnitudes inigualables.
En 2020, una encuesta reveló que la IA podría ayudar a cumplir el 79% de los 169 objetivos establecidos por las Naciones Unidas en su Agenda de Desarrollo Sostenible. Estos objetivos son vitales tanto para los aspectos medioambientales como económicos, y estas tecnologías pueden ser decisivas para abordar el cambio climático y avanzar en el crecimiento sostenible a escala mundial.
¿Es un arma de doble filo?
No hay mal que por bien no venga. La tecnología que utilizamos para contrarrestar los problemas medioambientales también puede agravarlos. Por ejemplo, la creación y utilización de grandes modelos lingüísticos (LLM) exige una potencia de cálculo considerable, con lo que se consume mucha energía y se crea una huella ambiental notable como externalidad negativa.
Una consecuencia de la que se informa poco es la huella hídrica de la IA. El informe de Microsoft reveló un asombroso aumento del 30% en el consumo de agua entre 2021 y 2022, correlacionando este aumento directamente con su inversión en IA. Otro estudio entre UC Riverside y UT Arlington sugirió que interactuar con ChatGPT de OpenAI para una simple conversación de 20-50 preguntas podría consumir agua equivalente a media botella de litro.
Para aprovechar realmente el potencial de la IA por un crecimiento sostenible, necesitamos una transición hacia una “IA responsable” o “IA sostenible”. La aplicación de principios de sobriedad digital y el establecimiento de presupuestos de agua y carbono desde el principio son cruciales para este esfuerzo.
Debemos reconocer el impacto medioambiental de estas tecnologías y adoptar un enfoque responsable de su uso.
Cómo colaboran la IA y la sostenibilidad
A pesar de estos desafíos, seguimos siendo optimistas sobre el papel de la IA para forjar un futuro sostenible. En Globant, siempre hemos creído en el poder de la IA sostenible. Ya en 2019, nuestro Manifiesto de IA subrayó la importancia de adoptar un enfoque ecológico.
Internamente, hemos implementado programas de capacitación, como Green IT Training, para concientizar a nuestros Globers sobre conceptos como Sobriedad Digital y fomentar el desarrollo de soluciones digitales con una baja huella de carbono.
Además, colaboramos con nuestros clientes y el mundo académico para promover las mejores prácticas. Por citar un ejemplo, en colaboración con investigadores de la Universidad de Georgetown, estamos estudiando cómo minimizar el consumo de energía y las emisiones de nuestras soluciones de IA y liderar el desarrollo tecnológico sostenible.
Visión de sostenibilidad de Globant
En Globant, estamos comprometidos a aprovechar las tecnologías disruptivas para abordar desafíos relevantes para el bienestar y la prosperidad de la humanidad. Es por eso que, en 2019, lanzamos nuestro estudio Sustainable Business para centrarnos en temas de sostenibilidad.
En colaboración con Inmarsat, una empresa británica de servicios por satélite, exploramos cómo la tecnología satelital y la IA pueden apoyar las iniciativas Net Zero. Cuantificamos las emisiones de carbono en tres sectores clave: transporte y logística, agricultura y silvicultura, y sistemas energéticos, que representan el 60% de las emisiones mundiales.
Esta combinación de tecnologías puede reducir 1.500 millones de toneladas de carbono al año, lo que equivale a las emisiones durante la vida útil de 50 millones de coches. Ejemplos de aplicaciones son la optimización de las rutas de transporte, la eficiencia energética y la prevención de incendios forestales.
Si estas tecnologías consiguen una aceptación generalizada, las posibilidades son inmensas. Podrían reducir unos 5.500 millones de toneladas de carbono al año, una sexta parte del objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a menos de 1 grado centígrado para 2030.
Si miramos aún más lejos, encontramos oportunidades adicionales para lograr reducciones aún más significativas (8.800 millones de toneladas, el equivalente a casi una cuarta parte de las emisiones mundiales de 2021) aplicando la tecnología de satélites e IA a otros casos de uso, como por ejemplo:
- Navegación marítima: ahorro de combustible mediante buques de navegación autónoma, reducción estimada de 400 millones de toneladas.
- Energía: optimización de la generación y el consumo de energía, reducción estimada en 1.300 millones de toneladas.
- Aviación: adopción de la tecnología Iris de la Agencia Espacial Europea, reducción estimada de 100 millones de toneladas