#GloberstoRussia: privet Moscú

Primera semana en Rusia y si bien hubo mucho fútbol, el primer desafío de un Mundial es conocer el idioma y también el territorio.
El idioma
A pesar de que Rusia hizo un gran esfuerzo por incorporar señales en inglés y dispone de voluntarios dispuestos a ayudar, gran parte de la población no lo habla. Asi que es clave saber algo más que hola (privet), gracias (spasiva) y hasta luego (dasvidaniya) en ruso.
No puede faltar el traductor del smartphone y otras app como la del Metro, que permite cambiar de inglés a ruso para estar 100% seguros a la hora de leer los nombres de las estaciones. De a poco esos símbolos raros se van haciendo legibles y la Estación Бро́нницы, se transforma en Bronnitsy.
Distancias y territorio
Medir distancias es la otra clave. Los #GloberstoRussia hacemos base en Bronnitsy, un pintoresco pueblo de 20 mil personas a 55km de Moscú, por el que pasa el Rio Movska y le da más color al verde que predomina. Ahí están Messi y la Selección Argentina, que han revolucionado a unos tranquilos habitantes que ya disfrutan del verano en los parques.
Pero el verdadero Mundial se respira en Moscú, así que también nos trasladamos allí. El viaje desde Bronnitsy hasta Moscú, donde suceden gran parte de las cosas, es el primer obstáculo. Este trayecto en bus puede llevar hasta más de una hora según el tráfico y apenas para llegar a un extremo de una ciudad inmensa. Una vez en la capital, el viaje en metro puede llevar hasta una hora más o incluso más.
En Moscú no hay hora del día en que las calles alrededor de la Plaza Roja no sean una marea de nacionalidades celebrando la vida, paseando, sacándose fotos. Debajo de la tierra, en la inmensa red de 11 líneas de metro, se repite la escena. Especialmente cuando se acercan los partidos. Otro día les contaremos más del metro, un país subterráneo donde cada estación es un museo.
Celebraciones iniciales
La fiebre mundialista la empezamos a vivir en el Fan Fest del parque Vorobyovy Gory (Gorrión de la colina) el día de la inauguración. Si bien llegamos medio tarde y ya no estaban dejando entrar a más nadie por el desborde de fans, la condición de periodistas acreditados nos abrió el camino. Los rusos disfrutaron del 5-0 de su selección ante Arabia Saudita. Luego del partido, el DJ Paul Van Dyk irrumpió en escena para, ahora sí, hacer delirar el Fan Fest, donde flamearon banderas de todos los países.
Aunque si vamos a hablar de fiesta mejor les contamos sobre los dos estadios de Moscú. El Spartak Stadium, donde Argentina empató con Islandia, y el Luzhniki Stadium, el coloso en donde México hizo historia al ganarle a Alemania. Se han vuelto parte de nuestra rutina, ya que cuentan con Media Center’s donde los periodistas podemos instalarnos, enchufar las notebooks, cargar smartphones y cámaras, empezar a escribir, a descargar y enviar el material producido y luego guardar equipos en lockers para andar más livianos. Un día más en la oficina, aunque a metros de los escenarios en donde se están concentrando las miradas de todo el planeta.
El primero, un moderno estadio que sorprende con una estatua de Espartaco en la entrada, esclavo tracio que se levantó el Imperio Romano y lo puso contra las cuerdas allá por los 70 a. C. Allí es donde los vikingos sorprendieron a la selección de Messi y no solo se hicieron escuchar en las tribunas con su estremecedor grito de guerra, sino que se llevaron una valioso empate. Aún así, la ilusión Argentina sigue intacta en las calles moscovitas.
Por su parte, en el Luzhniki se vio otra revolución. Ante la mirada de una imponente estatua de Lenin, México superó a Alemania en el césped, pero también en las tribunas. En un estadio que impresiona por su inmensidad, aturdió el “Ay, ay, ay, ay, canta why no llores” de cielito lindo.
Se fue la primera semana, pero el Mundial recién empieza. Dasvidaniya!

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